Respirar aire contaminado perjudica seriamente al corazón
Respirar aire contaminado perjudica seriamente al corazón The Conversation
Informe sobre el impacto de la contaminación ambiental en la salud humana
El impacto de la contaminación ambiental en la salud humana es un problema que ha adquirido una gran relevancia, representando un grave peligro para la salud pública. Tanto es así que causa más muertes relacionadas con patologías cardiovasculares que el colesterol alto o la falta de actividad física.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), alrededor del 31% de las muertes cardiovasculares podrían evitarse si se redujera el impacto de la contaminación ambiental.
Un paseo por la historia
Que la contaminación ambiental es una amenaza para la salud era algo que ya se conocía en tiempos de Hipócrates, alrededor del año 400 a. e. c. Fue él el primero en relacionar toda clase de enfermedades con la calidad del aire.
Según Hipócrates, la más clara manifestación de este vínculo se daba en las ciudades griegas expuestas a vientos procedentes del oeste, cuyos habitantes poseían una voz ronca y grave. En efecto, hoy en día sabemos que ciertas enfermedades relacionadas con la irritación de las vías respiratorias como la sinusitis presentan un alto factor de riesgo ambiental.
Desde el comienzo de la Revolución Industrial, hace más de 200 años, la presencia de dióxido de carbono (CO₂) en la atmósfera ha aumentado de forma dramática, situándose actualmente por encima del 149% sobre los niveles preindustriales. La última vez en la historia del planeta que los niveles de CO₂ se elevaron tanto fue hace entre 3 y 5 millones de años, cuando la temperatura media era alrededor de 3 ºC más alta y el nivel del mar aproximadamente 15 metros superior.
Actualmente, sobre todo debido al auge de la refinación del petróleo, sus derivados se han convertido en los responsables de un tercio de las emisiones que dan lugar a la contaminación ambiental actual.
La gran amenaza del material particulado
Junto con el CO₂, existe un aumento de otros contaminantes ambientales de gran relevancia clínica. Es el caso del material particulado (PM, por las siglas del inglés particulate matter). Estas partículas en suspensión son una mezcla heterogénea de partículas sólidas de pequeño tamaño, tales como el hollín o el humo, provenientes generalmente de las industrias o de la combustión de los vehículos, que viajan junto a polvo y polen.
Estas partículas se clasifican según su tamaño. Las más conocidas son las PM10 (con un diámetro de tamaño <10 μm) y PM2,5 (<2,5 μm). El material particulado supone una amenaza para nuestra salud ya que, gracias a su reducido tamaño, alcanza fácilmente el torrente sanguíneo a través de nuestra respiración, llegando a cualquier parte del organismo.
Una vez en nuestros tejidos, provoca un aumento de actividad del sistema nervioso simpático, lo que conlleva la elevación de la presión arterial, así como de las frecuencias cardíaca y respiratoria. Como consecuencia se liberan sustancias inflamatorias, generando un estado de estrés oxidativo que provoca las condiciones necesarias para que aumente el riesgo de sufrir un infarto.
Actualmente, sabemos que la elevada presencia en la atmósfera de estos contaminantes puede afectar negativamente a la salud humana de manera irreversible. Concretamente, se considera al PM responsable de aproximadamente 4 millones de muertes cada año a nivel mundial. Por este motivo, la ONU ha advertido que nos encontramos ante “el riesgo sanitario medioambiental más importante de nuestros tiempos”.
En Europa no nos quedamos atrás. Ya en 2018, la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) observó que la población europea que estaba expuesta a unas concentraciones de material particulado por encima de los valores recomendados era de un 74%. Sin embargo, la sensibilidad a la exposición de contaminantes varía en función de la edad o el estado de salud previo de las personas, existiendo un mayor riesgo en personas de edad temprana, así como en ancianos, y en aquellos individuos que presentan ciertas patologías como las cardiorrespiratorias.
Polución y mortalidad, dos fenómenos que van de la mano
La contaminación es reconocida como un importante factor de riesgo cardiovascular, por detrás únicamente del tabaquismo, la hipertensión y los malos hábitos de vida como una alimentación poco saludable y el sedentarismo. Según ha estimado la OMS, en los países desarrollados los datos en este sentido son alarmantes, ya que 1 de cada 10 fallecimientos diarios cardiovasculares están relacionados con la exposición a la contaminación ambiental.
De hecho, las guías actuales sobre la prevención de la enfermedad cardiovascular ya hacen recomendaciones específicas para evitar una alta exposición a la contaminación ambiental.
En una revisión publicada recientemente, se evidencia cómo la exposición al PM aumenta hasta un 18% el riesgo de desarrollo de fibrilación auricular. Se trata de la arritmia cardiaca más común en la población general, que provoca contracciones irregulares y anormalmente rápidas de las células de la aurícula (cardiomiocitos), aumentando el riesgo de sufrir un infarto cerebral y duplicando el riesgo de muerte.
1. Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) abordados en el artículo:
- Objetivo 3: Garantizar una vida saludable y promover el bienestar para todos en todas las edades.
- Objetivo 11: Lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles.
- Objetivo 13: Tomar medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos.
2. Metas específicas de los ODS identificadas en el artículo:
- Meta 3.9: Reducir el número de muertes y enfermedades causadas por la contaminación del aire y la contaminación del agua.
- Meta 11.6: Reducir el impacto ambiental negativo per capita de las ciudades, incluso prestando especial atención a la calidad del aire y la gestión de los desechos municipales y otros.
- Meta 13.1: Fortalecer la resiliencia y la capacidad de adaptación a los riesgos relacionados con el clima y los desastres naturales en todos los países.
3. Indicadores de los ODS mencionados en el artículo:
- Indicador 3.9.1: Tasa de mortalidad atribuible a la contaminación del aire interior y exterior, por edad y sexo.
- Indicador 11.6.2: Proporción de la población urbana que está expuesta a niveles de contaminación del aire por encima de los límites nacionales recomendados por la OMS.
- Indicador 13.1.1: Número total de muertes, desapariciones y personas heridas como resultado de desastres naturales per cápita.
4. Tabla de ODS, metas e indicadores:
ODS | Metas | Indicadores |
---|---|---|
Objetivo 3: Garantizar una vida saludable y promover el bienestar para todos en todas las edades. | Meta 3.9: Reducir el número de muertes y enfermedades causadas por la contaminación del aire y la contaminación del agua. | Indicador 3.9.1: Tasa de mortalidad atribuible a la contaminación del aire interior y exterior, por edad y sexo. |
Objetivo 11: Lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles. | Meta 11.6: Reducir el impacto ambiental negativo per capita de las ciudades, incluso prestando especial atención a la calidad del aire y la gestión de los desechos municipales y otros. | Indicador 11.6.2: Proporción de la población urbana que está expuesta a niveles de contaminación del aire por encima de los límites nacionales recomendados por la OMS. |
Objetivo 13: Tomar medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos. | Meta 13.1: Fortalecer la resiliencia y la capacidad de adaptación a los riesgos relacionados con el clima y los desastres naturales en todos los países. | Indicador 13.1.1: Número total de muertes, desapariciones y personas heridas como resultado de desastres naturales per cápita. |
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Fuente: theconversation.com
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