EDUCACIÓN SOCIAL: ESO QUE NO HICIMOS TODAVÍA UN LLAMADO PARA EDUCAR EN LA FRATERNIDAD SOCIAL

El texto es un llamado a mirarnos socialmente como formadores, un asunto que hace parte esencial del sentido de la calidad educativa, toda vez que, propende por una transformación humana y social para conquistas u mundo mejor.

EDUCACIÓN SOCIAL: ESO QUE NO HICIMOS TODAVÍA  UN LLAMADO PARA EDUCAR EN LA FRATERNIDAD SOCIAL

EDUCACIÓN SOCIAL: ESO QUE NO HICIMOS TODAVÍA

UN LLAMADO PARA EDUCAR EN LA FRATERNIDAD SOCIAL

 

 

“Desearía que se desarrollara en todos los pueblos un consciente sentido de paz y el sentimiento de solidaridad humana, que puedan abrir nuevas relaciones de respeto e igualdad para el próximo milenio, que deberá ser de fraternidad y no de conflictos cruentos.”
Rigoberta Menchú[1]

RESUMEN:

El texto es un llamado a mirarnos socialmente como formadores, un asunto que hace parte esencial del sentido de la calidad educativa, toda vez que, propende por una transformación humana y social para conquistas u mundo mejor.

 

PALABRAS CLAVES

Educación, fraternidad, sociedad, Universidad La Gran Colombia Armenia

 

EDUCACIÓN SOCIAL: ESO QUE NO HICIMOS TODAVÍA, UN LLAMADO PARA EDUCAR EN LA FRATERNIDAD SOCIAL, es un título que puede resultar desconcertante a primera vista, sin embargo, es en primera instancia, una invitación a hacer un alto, para permitirnos una mirada diferencial en torno a al contexto social, un contexto urgido de signos de esperanza y fraternidad, lo que se constituye en un reto inaplazable para quienes creemos en la posibilidad de un mejor mundo.  

 

No será tampoco un abordaje de aspectos pedagógicos, teóricos y metodológicos, sino, una necesaria aproximación a la condición humana en un sentido de coexistencia, de encuentro humano, a partir del urgencia en medio de una sociedad que ha perdido el norte, en donde se ha desteñido el sentido de la dignidad de la persona humana, por lo que se constituye en un imperativo histórico asumir nuestra condición de formadores sociales y para lo cual, es fundamental una opción preferencial por el otro, por la humanidad,  que es, de hecho, la razón más alta de este compromiso de educar para la fraternidad social.

 

En este sentido, la educación social, que nos involucra a todos, es un acto político y de amor de recuperación de la condición humana y de la humana condición y para lo cual, la educación como escenario y proceso, resulta ser un pretexto formidable, toda vez, que ésta sea un acto emancipador de las condiciones de una humanidad que día a día, vive bajo el signo de la desesperanza.

 

Así, al comprender la educación social como una opción fundamental por el otro, es necesario considerar que la opción es un acto de la libertad y de las convicciones que supone un acontecimiento visible a partir de tres elementos:

 

ü  Elección: La cual es fruto de la deliberación crítica y consciente sobre la realidad, a partir de la construcción dinámica de la confianza, es decir, del vínculo de las expectativas y posibilidades.

 

ü  Apertura: Supone una opción por los más frágiles a partir del reconocimiento de su grandeza y dignidad.

 

ü  Acción: Es el paso fundamental que exige una ruptura con lo normal establecido y visualiza posibilidades vitales en la construcción de una nueva civilidad basada en el respeto y la dignidad de la persona humana.

 

Esto exige hacer un giro total y vital desde la condición ciudadana, un giro que supera el discurso y recupera la praxis como construcción de nuevos escenarios de vida, de encuentro, de diálogo, pero sobre todo de la valoración humana, que es en esencia, la razón que nos moviliza a la legitimación de la persona y abre las puertas para encontrar un nuevo aire de vida que permita oxigenar el ideal de una civilización soñada, querida, pretendida y urgente en nuestro tiempo.  

 

En este sentido, la praxis se constituye en el hacer cotidiano con sentido de humanidad, a partir del cual se construye un entramado vital entre los seres humanos, haciendo posible que la educación social sea “un acto de amor… una experiencia ética,” (Larrosa y Skliar, 2009) que conquista al hombre y lo dispone para vivir en comunión desde sus más altos ideales, aquellos que le han sido arrebatados por una sociedad fracturada y sumergida en una crisis de sentido vital. 

 

Ahora bien, todo ciudadano, está llamado a descubrir su condición de educador social y potenciar su condición de humanidad, para que el propósito de una nueva humanidad tenga todas las posibilidades de realización.

 

En este sentido, muy particularmente y sin el ánimo de contradecir lo históricamente aceptado, considero que la palabra pedagogo viene del griego poda (poda) = pie gogein (gogein) = enseñar, es decir, enseñar caminando. Esto nos pone ante una maravillosa condición del acontecer educativo que nos invita a una movilidad con el otro y no a la espera de la movilidad del otro. Entonces, la educación social es un camino por recorrer en unidad fraterna.

 

Así, los educadores sociales, los ciudadanos comprometidos con el ser humano y su dignidad, están llamados a ser los arquitectos de una nueva civilización, la civilización del amor y de la paz, en donde se promueva el auténtico desarrollo de la dignidad humana de manera integral.

 

Una nueva humanidad es posible, si entre todos nos educamos socialmente y de esta manera imprimimos sentido de calidad a la educación.

 

Bibliografía

 

LARROSA, Jorge¸  SKLIAR, Carlos. (2009).  Experiencia y alteridad en educación. FLACSO. Argentina

 



[1] Rigoberta Menchú Tum es una líder indígena y activista guatemalteca, miembro del grupo maya quiché, defensora de los derechos humanos, embajadora de buena voluntad de la UNESCO y ganadora del Premio Nobel de la Paz (1992) y el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional (1998).