El cambio climático potencia riesgos a la salud por contaminación del aire

El cambio climático potencia riesgos a la salud por contaminación del aire  Medscape

El cambio climático potencia riesgos a la salud por contaminación del aire

El cambio climático potencia riesgos a la salud por contaminación del aireInforme sobre la contaminación del aire en las Américas

Contaminación del aire: el principal riesgo ambiental en las Américas

La contaminación del aire constituye el principal riesgo ambiental para la salud pública en las Américas, donde alrededor de 380.000 muertes prematuras fueron atribuidas a esta causa en 2019, de acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud (OPS)[1].

La exposición a niveles peligrosos de contaminantes

Datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) muestran que casi la totalidad (99%) de la población mundial está expuesta a respirar aire con niveles de contaminantes que están por encima de los límites establecidos en sus guías en esta materia. Entre los más peligrosos para la salud pública, la agencia de Naciones Unidas destaca: las partículas suspendidas menores a 10 y a 2,5 micrómetros de diámetro (PM10 y PM2,5); el ozono; el dióxido de nitrógeno; el dióxido de azufre y el monóxido de carbono[1].

Efectos en la salud humana

Numerosos estudios han documentado que la exposición a aire contaminado, sobre todo con PM10 y PM2,5, es el principal factor de riesgo para el desarrollo de trastornos respiratorios y cardiovasculares como isquemia, infarto al miocardio, infarto cerebral y enfermedad pulmonar obstructiva crónica.

En cuanto a las muertes por contaminación en espacios exteriores, 80% se atribuyen a enfermedades cardiacas e ictus, mientras el restante 20% corresponde a trastornos respiratorios y cáncer[2].

Impacto de la industrialización y el cambio climático

Además, la carga de morbilidad y mortalidad asociada a la contaminación del aire, que la OMS clasifica como el segundo factor de riesgo más importante para adquirir enfermedades no transmisibles, se ve agravada por la creciente industrialización y los efectos del cambio climático (sequías, ondas de calor, incendios forestales cercanos a grandes zonas habitadas), que lo hacen mucho más peligroso para las poblaciones expuestas, sobre todo menores y personas de la tercera edad.

Contaminantes más riesgosos en diferentes regiones de México

El Dr. Horacio Riojas Rodríguez, doctorado en ciencias de la salud pública con área de concentración en epidemiología y director de Salud Ambiental del Centro de Estudios en Salud Poblacional del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), comentó que los contaminantes más riesgosos varían en las diferentes entidades del país. Por ejemplo, explicó que en ciudades como Monterrey, Mexicali y algunas del Bajío los mayores problemas se tienen con las altas concentraciones de partículas PM10. Por su parte, para la Zona Metropolitana de la Ciudad de México, los principales contaminantes son las PM2,5 y el ozono, informó el especialista. En esta región se ha usado desde 1982 el Índice Metropolitano de la Calidad del Aire (IMECA) con sus correspondientes modificaciones para monitorear los contaminantes criterio que establece la OMS.

Ciudades mexicanas exceden límites de contaminantes establecidos por la OMS

“Desde 2014, diversas instituciones mexicanas, entre ellas el Instituto Nacional de Salud Pública, han participado en la actualización de las normas de calidad del aire”, refirió el Dr. Riojas. En la actualización de 2019 se redujeron los niveles máximos permisibles de contaminantes y para el caso de las partículas se estipuló que estas deberán reducirse cada dos años de modo que se acerquen a los criterios de la OMS. El especialista agregó que en 2019 también se promulgó la NOM-172 de la Secretaría del Medio Ambiente a nivel federal, que por primera vez hizo extensivas las mediciones de contaminantes a todas las ciudades del país, obligando a los gobiernos locales a emitir recomendaciones sobre la calidad del aire y los riesgos asociados[3].

El cambio más reciente en la NOM-172 se hizo en 2023 y entró en vigor este año, lo cual “habla del esfuerzo por actualizar la normatividad en la materia, aunque no necesariamente implica que en las ciudades ya existan esos niveles (deseables) de calidad del aire”, consideró el Dr. Riojas, quien aclaró que las concentraciones de contaminantes en las ciudades mexicanas son cuatro veces más altos que los niveles establecidos en las recomendaciones de la OMS[4].

“Casi todas las ciudades mexicanas están en niveles de 20 microgramos de partículas por metro cúbico, cuando las guías de la OMS marcan que no deben exceder los 5 microgramos. Y algo así pasa con los otros contaminantes. De ese tamaño es el hueco que tenemos que llenar”, reconoció el especialista.

Efectos negativos a nivel biológico y los riesgos asociados

“Las PM2,5 están más asociadas con decesos de personas que sufren enfermedades respiratorias, pero el abanico de posibilidades de generar daños abarca alteraciones cardiovasculares, cerebrales, reproductivas y endocrinas del metabolismo en cuanto a resistencia a la insulina y diabetes”, señaló Octavio Gamaliel Aztatzi Aguilar, maestro y doctor en Ciencias de Toxicología, investigador del Departamento de Toxicología del Centro de Investigación y Estudios Avanzados (CINVESTAV) del Instituto Politécnico Nacional.

La mala calidad del aire puede también asociarse con distintos tipos de cáncer, como lo han documentado diversos estudios, recordó el especialista del CINVESTAV. Sin embargo, aclaró, “no debemos perder de vista que hay otros factores en la población que pueden determinar si alguien es o no más susceptible a padecerlo, como el estilo de vida o la alimentación”.

Aztatzi Aguilar señaló que no existe un nivel seguro de exposición, ya que cualquiera de los contaminantes puede causar efectos negativos a nivel biológico. Así, cuando aparece un agente patógeno como el bacilo de la tuberculosis o el SARS-CoV-2, las personas expuestas se hacen mucho más vulnerables al contagio. “La exposición al material particulado y otros contaminantes también contribuye a hacernos más susceptibles a contraer infecciones de las vías respiratorias, no solamente infecciones por SARS-CoV-2, sino otras como influenza o tuberculosis”, añadió Aztatzi Aguilar, también miembro del Comité Científico y Técnico de Vigilancia de la Calidad del Aire en la Ciudad de México.

La mayor parte de las investigaciones sobre los efectos de los contaminantes del aire se han enfocado justamente en evaluar los síntomas cardiorrespiratorios, la inflamación de las vías aéreas y los daños a la función pulmonar. No obstante, reiteró el toxicólogo, la respuesta inflamatoria en las vías aéreas puede extenderse hacia otros órganos, ocasionando alteraciones genéticas, bioquímicas, fisiológicas y en los tejidos.

Los efectos de las endotoxinas

El especialista del CINVESTAV explicó que las PM2,5 contienen un componente denominado endotoxina ─procedente de la descomposición biológica, principalmente de bacterias, y que no está regulado en las normas ambientales de calidad del aire─, el cual puede generar daños más allá del sistema cardiopulmonar, sobre todo en la función renal.

Este tipo de efectos han sido documentados clínicamente en diversos estudios. Uno de ellos, realizado por expertos de la División de Nefrología e Hipertensión del Departamento de Medicina de la Stony Brook University, en Nueva York, Estados Unidos, encontró que las concentraciones elevadas de endotoxina en la sangre de pacientes en estado crítico se asociaron con un peor desempeño de la función renal y con estancias hospitalarias más prolongadas[6].

En modelos animales, Aztatzi Aguilar y sus colaboradores han observado que la endotoxina puede inducir cambios agudos y crónicos en la función renal. “Estos se deben a la modulación de respuestas celulares: parten del pulmón y contribuyen a deteriorar otras estructuras y órganos como el corazón. Y de manera indirecta, las alteraciones respiratorias conllevan al deterioro del sistema cardiovascular, que trata de compensar estas modificaciones en la vía pulmonar subiendo la presión arterial, lo que puede generar cambios hemodinámicos renales”[7].

Aztatzi Aguilar reconoció que para modificar las normas ambientales de manera que incluyan el monitoreo de endotoxinas se requiere que haya más evidencias epidemiológicas y estudios multicéntricos. Por ello, advirtió la necesidad de estudiar la especiación del material particulado, ya que se trata de una mezcla muy heterogénea y compleja de moléculas orgánicas e inorgánicas.

“Hay un componente de partículas contaminantes generado por la actividad industrial o los automotores, pero también existen otras fuentes propias de cada región o el polvo atmosférico, que estaría presente aunque no circularan vehículos de combustión. Se sabe, por ejemplo, que la vegetación libera ciertos compuestos naturales que también pueden contribuir a la generación de ozono”, explicó el especialista.

Por ello, subrayó la necesidad de evaluar con más rigor ciertos componentes del material particulado, ya que con los criterios actuales basados en las normas ambientales solamente se reportan cantidades totales de partículas por volumen de aire, sin discernir, por ejemplo, que puede haber una elevada concentración de metales tóxicos en un espacio relativamente pequeño.

“El hecho de monitorear otros componentes del material particulado nos podría ayudar a explicar los fenómenos que ocurren en nuestra población (mexicana) y de esa forma implementar acciones que corrijan o mitiguen la emisión de este tipo de contaminantes”, sugirió Aztzazi Aguilar. Asimismo, consideró indispensable sensibilizar a la población y al personal médico que atiende los problemas de salud asociados con la contaminación del aire.

“Este es uno de los retos que tenemos por ejemplo en la Ciudad de México con las recientes contingencias ambientales: la gente no se va a morir en las calles debido a la contaminación del aire, pero debemos entender que este fenómeno genera efectos agudos o crónicos y que las consecuencias de una exposición a nivel de hígado, corazón o páncreas pueden presentarse mucho tiempo después de la inhalación del contaminante”.

El Dr. Riojas Rodríguez, Ph. D. y Aztatzi Aguilar, Ph. D. han declarado no tener ningún conflicto de interés económico pertinente.

1. Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) abordados en el artículo:

  • Objetivo 3: Garantizar una vida sana y promover el bienestar para todos en todas las edades.
  • Objetivo 11: Lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles.
  • Objetivo 13: Tomar medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos.

2. Metas específicas de los ODS identificadas en el artículo:

  • Meta 3.9: Reducir el número de muertes y enfermedades causadas por la contaminación del aire.
  • Meta 11.6: Reducir el impacto ambiental negativo per capita de las ciudades, incluido el de la calidad del aire.
  • Meta 13.1: Fortalecer la resiliencia y la capacidad de adaptación a los riesgos relacionados con el clima y los desastres naturales.

3. Indicadores de los ODS mencionados o implícitos en el artículo:

  • Indicador 3.9.1: Tasa de mortalidad atribuible a la contaminación del aire.
  • Indicador 11.6.2: Proporción de ciudades con niveles de calidad del aire que cumplen con las directrices nacionales y internacionales.
  • Indicador 13.1.1: Número de muertes atribuibles a desastres naturales relacionados con el clima y eventos extremos de temperatura.

4. Tabla de ODS, metas e indicadores:

ODS Metas Indicadores
Objetivo 3: Garantizar una vida sana y promover el bienestar para todos en todas las edades. Meta 3.9: Reducir el número de muertes y enfermedades causadas por la contaminación del aire. Indicador 3.9.1: Tasa de mortalidad atribuible a la contaminación del aire.
Objetivo 11: Lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles. Meta 11.6: Reducir el impacto ambiental negativo per capita de las ciudades, incluido el de la calidad del aire. Indicador 11.6.2: Proporción de ciudades con niveles de calidad del aire que cumplen con las directrices nacionales y internacionales.
Objetivo 13: Tomar medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos. Meta 13.1: Fortalecer la resiliencia y la capacidad de adaptación a los riesgos relacionados con el clima y los desastres naturales. Indicador 13.1.1: Número de muertes atribuibles a desastres naturales relacionados con el clima y eventos extremos de temperatura.

Fuente: espanol.medscape.com